Por:
Armando Chavarro
Escritor Humanista – Consultor
E-mail: consultor@armandochavarro.com
Esta es una pregunta que la mayoría de las personas casadas o con vida conyugal establecida se hacen a diario. Cómo lograr que su matrimonio funcione en un ambiente de armonía y convivencia que permita la consolidación de un hogar en el cual el amor, la consideración, la tolerancia y el respeto mutuo, sean los códigos que lo regulen, es la gran interrogante.
Quiero decirles que eso es verdaderamente posible de alcanzar, que la armonía conyugal puede lograrse y que el buen funcionamiento de la relación de pareja es susceptible de la felicidad y el gozo.
Es considerado normal que surjan conflictos, que se presenten problemas, que las dificultades intra-conyugales muchas veces nos ganen espacios y se muestren irresolubles.
Podemos preguntarnos también, por qué las cosas son así, por qué se nos hace tan difícil solucionar nuestros problemas de pareja. En realidad hay varias razones para ello y en este caso voy a mencionar dos fundamentales. Lo primero es que tenemos conceptos erróneos frente al matrimonio; nadie nunca nos enseñó a ser esposa o esposo, a manejar la comunicación conyugal o a confrontar las adversidades de manera racional. Por el contrario, muchas veces a los miembros de la pareja se les desvirtúa el concepto de la unidad de pareja o de la unidad familiar, con el enunciado de que, “Si no te está funcionando, ¡divórciate”! o, ¡Sepárate!
Si el divorcio fuera la solución para las malas relaciones intra-conyugales, podríamos decir que lo mejor sería no contraer matrimonio, no establecer ningún tipo de vida marital y entonces la sociedad sería un verdadero caos si tomamos en cuenta que la familia es la célula más importante de la sociedad. El sólo principio de la procreación, la crianza y la educación de los hijos determina con claridad la gran importancia de la unidad y estabilidad matrimonial ya que si, hacemos a nuestro hijos presas de nuestros irracionales problemas conyugales, tendremos como resultado una sociedad intolerante, disociativa, anti-familia y anti-social.
Lo segundo es que, cuando se nos presentan nuestras dificultades, recurrimos las personas menos indicadas para solicitar consejos o ayuda. Estas personas, en lugar de ayudar, terminan de dañar, por aconsejar de acuerdo con sus propias frustraciones y desacuerdos.
Si tienes dificultades en tu vida conyugal, estas pueden ser superadas y la armonía y el amor, restablecidos. Busca una asesoría acertada. No juegues con tu futuro o el de tu familia. Busca la felicidad y la armonía, pues sin estos factores, la vida es un infierno.
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