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Dicen que las mejores historias salen de lugares que nunca imaginarías o que en los rincones más pequeños del mundo, es donde te encuentras las más grandes sorpresas. Si tuviste la suerte de nacer en estas ciudades donde la población no es muy grande pero su corazón late más fuerte que otras, tal vez entiendas de lo que hablo.
Yo nací en un lugar pintoresco pero sencillo. Sus edificios no son los más nuevos pero guardan historias que te erizarían la piel. Las calles que lo rodean no son las más grandes, pero vaya que siempre tienen una melodía que ofrecerte. San Cristóbal de las Casas (México) es de esos lugares que conoces y sabes que pocas veces te has enamorado tanto como lo hiciste de él.
A pesar de todo, no estoy aquí para contarte acerca de este mágico lugar que te roba el sueño, sino para hablarte de lo afortunadas que somos las personas que nacemos en estos rincones tan escondidos y mucho más si te dedicas a esta carrera a la que llamamos Publicidad.
En lugares como estos, las personas no tienen la menor idea de lo que significa hacer Publicidad y si lo tienen, es bastante errónea. Sus calles están bastante limpias de espectaculares o parabuses y en vez de eso, puedes apreciar hermosos atardeceres.
Quizá puedas pensar que esto puede ser lo peor que te puede pasar si te quieres dedicar a este campo, pero la verdad, es que es de las cosas más grandiosas y la razón es muy simple: Si algo tengo muy claro, es que para entender y hacer publicidad, lo que más debes de hacer, es dejar de pensar en ella como un término y más como algo que proviene de las personas y va dirigido a ellas.
Cuando creces en un mundo donde te dedicas a ver más de cerca cómo es la sociedad y no lo que “la publicidad” te dice que es, entonces entiendes cuál es el verdadero rostro del pueblo. Tristemente no puedo decirte que es hermoso ni increíble; incluso muchas veces puede llegar a ser cruel, pero finalmente es honesto y vibra más que uno falso como el que muchas veces te venden.
Cuando vives tras estas calles, muchas veces creces con cierta ignorancia de las tendencias y aunque parezca que podría ser perjudicial, creo que hace que tu creatividad pueda desarrollarse y explotarse al doble o triple que el de una persona que crece en las grandes ciudades, donde estás acostumbrado a ver siempre lo mismo o a seguir lo que los demás hacen.
Si algo pudiera rescatar de vivir en un lugar chico, es que a diferencia de los lugares grandes, aprendes a disfrutar de los pequeños detalles, a lograr cosas increíbles a partir de los pocos elementos con los que cuentas y a luchar por las metas que quieres. Llegar a lugares o puestos muy altos es más complicado, pero el sabor de la victoria se siente aún mejor.
Creo que tarde que temprano, cuando creces en un lugar como San Cristóbal, buscas la contraparte. Quieres conocer lo que es vivir en una ciudad grande o por necesidad tienes que mudarte. Independientemente de la razón por la que lo hagas, creo que nos llevamos un mérito enorme porque cuesta mucho trabajo. Es aprender nuevas formas de vida, de pensar y de hablar. Es vencer tus miedos, despegarte de tu familia y comodidad para adentrarte a un mundo que a veces parece que va a comerte.
Después de todo, no importa si decides regresar, quedarte en esta nueva ciudad o cambiar de lugar, porque te atreviste a retar tus propios límites y de eso queridos lectores, está hecha la publicidad.
De salirte de tu zona, de conocer nuevos mundos y comprender que no todos piensan como tú. De caerte, arrastrarte y levantarte victorioso, porque tienes algo amigo mío que los demás no tienen: eres un pequeño publicista que viene de una pequeña ciudad que no todos conocen, pero eres grande, y eres grande por atreverte a salir de ese lugar alejado del mundo, donde aprendiste más cosas de publicidad que en un blog, libro o en la escuela. Porque supiste de la vida y de lo que estamos hechas las personas; porque entendiste que trabajamos con emociones y comprendiste que somos una colección de historias.
Hoy, tal vez te encuentres lejos de ese preciado lugar al que le debes tantas cosas, pero sé que lo llevas presente y latente en tu corazón, de la misma forma en que yo llevo, a mi bello San Cristóbal.
ESCRITO POR LAURA LÓPEZ TRUJILLO - NOVIEMBRE, 2014
Imagen cortesía de iStock
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