Voy a mencionar algunas afecciones psicosomáticas: Artritis, dermatitis, alergias, asma, migrañas, algunos problemas de coronaria o cardiopatías, sinusitis, complicaciones de visión, de audición, sinovitis, úlceras, conjuntivitis. Dolores y molestias extrañas en diversas partes del cuerpo. El catarro común, predisposición a los accidentes, promiscuidad, desórdenes sexuales, agresividad e intolerancia, ansiedad, estrés, dificultades de aprendizaje, falta de confianza y baja autoestima, relaciones infelices, la vida sin control. 

 

Malas relaciones o problemas matrimoniales y montaña rusa emocional. Tendencias suicidas, traumas post-secuestro, depresión, molestias articulares y de columna. Tendencias al alcoholismo y la drogadicción, malas relaciones con los hijos, propensión a las enfermedades (hipocondriasis), recuperaciones postoperatorias, afecciones nerviosas, fobias, psicosis, pena moral; entre muchas otras, forman parte del gran listado de enfermedades psicosomáticas.

 

¿Por qué puede presipitarse este tipo de afecciones?

 

Además de las tendencias por información celular (mira bien lo que digo: “información celular”) que se expresa en la vida presente del individuo y que puede ser modificada, también contribuyen a este gran problema social y humano, el entorno, la supresión, la convivencia con personas que sólo lastiman, tanto de palabra como físicamente, las presiones de los entornos laborales, las noticias dramáticas de tragedia, inseguridad, muerte y enfermedades; con factores que inciden en el origen de las dolencias del órden psicosomático.

 

Como expresé anteriormente, es posible ayudar de manera efectiva a las personas que padecen estos males, desde procesos puramente mentales y espirituales.  Por fortuna hay solución para ello y desde luego para las personas que consideren que la ayuda y recuperación real, es posible.