El trabajo es un proceso dinámico en que los componentes: producción, distribución y consumo interactúan, manteniendo el flujo de la comunicación y el dinero en perfecta armonía.  Pero, hay algo que debemos tener en cuenta. El trabajo no lo generan solamente los empresarios. El trabajo también lo generan los trabajadores, llámense directivos, administrativos u operativos.

 

A la dinámica laboral podríamos aplicarle la fórmula de la comunicación planteada como intercambio de mensajes - ideas, conceptos o partículas - incluiríamos aquí valores,  entre dos terminales, aplicando en esa acción, intención y atención, con el propósito de ser escuchado y comprendido y así, lograr el propósito buscado....un beneficio en dos direcciones.

 

Por qué de esta analogía? Porque cuando compramos o vendemos algo, hay un intercambio de ideas: Un producto valioso que se intercambia por otro igualmente valioso o más. Y en la medida en que le imprimamos intención y atención a la gestión, las dos partes podrán percibir, observar y comprender mutuamente sus ideas, se comprenderán y por lo tanto, finalmente llegarán a un acuerdo obteniendo cada uno su objetivo buscado.

 

Ahí es donde entra en juego el aporte del trabajador y, la eficacia en esta interacción, es lo que hace que el trabajo se pueda conservar y mejorar. Entonces, se estará construyendo empresa, se estará construyendo bienestar y crecimiento.

 

Pero, cuando el trabajador es simplemente eso, un trabajador parcialmente inanimado, desmotivado; cuando no contribuye o no se le permite contribuir en la consolidación y desarrollo de la empresa para la cual trabaja, entonces es cuando los grupos comienzan a sucumbir y posteriormente, se desintegran.. desaparecen.. fracasan. Esto puede prevenirse, puede evitarse. La contribución integral permite la permanencia de las empresas.